Introducción de Metroid Prime


En el vasto universo, la historia de la humanidad no es más que el destello de una estrella solitaria. La vida individual de una persona se pierde en el espacio y el tiempo. Pero entre las estrellas, una desprende más calor y brilla más que las otras. La luz de Samus Aran. Sus batallas se extienden más allá de su vida y quedan grabadas en la historia.


-Introducción de Metroid Prime

domingo, 18 de septiembre de 2016

Historia de Metroid VI: El Retorno de Samus.

El Genocidio de los Metroid

 

La Federación Galáctica inició una investigación altamente clasificada sobre la guerra de Phazon. Los hallazgos fueron absurdos, y nunca podrían hacerse públicos: Un organismo Metroid ahora fallecido había evolucionado su conciencia, y tenía tal poder que podría sumir imperios a la guerra a su antojo. Los jefes de la Federación estudiaron los archivos pertenecientes a las criaturas Metroid. Ciertos grupos argumentaron que las criaturas debían ser controladas y convertidas en armas para dar a la Federación la ventaja en caso que una guerra estallara de nuevo. Otros discreparon expresando que dejaran a las criaturas en paz, ya que todas las pruebas demostraban que los Metroid no podían ser contenidos de forma fiable.

Finalmente, los altos mandos tomaron una decisión: Los Metroid eran demasiado peligrosos para dejarlos con vida. La Federación no podía arriesgarse a que facciones clandestinas en su propia sociedad, y mucho menos ningún superviviente de los Piratas Espaciales, tuvieran acceso a estas criaturas. Más importante aún, no podían arriesgarse a que apareciera otro Metroid Prime.

Con las fuerzas de la Federación debilitadas en gran medida por la guerra, el genocidio de los Metroid fue encargado a la experta: Samus Aran. Ella fijó curso al único lugar en el que ahora existían: el planeta oscuro SR388. 

SR388

Samus viajó al aislado mundo, y comenzó su misión.

Debajo de la superficie, Samus rápidamente aprendió que los Metroid en su hábitat diferían de los que había encontrado antes. A diferencia de los Metroid trasplantados a Zebes o la Guerra de Phazon, estas criaturas tenían un ciclo de vida preciso de repetidas metamorfosis. Samus encontró por primera vez la variedad alfa, una criatura agresiva pero fácil de derrotar. Entre más profundo se aventuraba, más variaciones de Metroid la atacaban, desde bestias voladoras eléctricas hasta monstruos similares a reptiles. En las cavernas del planeta SR388, hordas de monstruos y máquinas se asesinaban unos a otros sin cesar, mientras que los carroñeros comían de los muertos. Sobreviviendo al caos, Samus escaló las grandes torres Chozo y descendió hasta sus desmoronados cimientos para localizar a su última presa. El traje de Samus le informó que el número total de los Metroid en el planeta era de un solo dígito. Su misión casi se había completado.
En todo momento, parecía como si el planeta entero estuviera desafiandola. Las cavernas parecían cambiar, para confundirla y no pudiera trazar un camino lógico. SR388 se sacudió al parecer de rabia cuando un área fué despejada de Metroids. El océano de ácido en el planeta se elevó y cayó en precisa respuesta por su invasión. El planeta mismo aborrecía su presencia.
Samus llegó a un lugar olvidado en las profundidades del planeta; un Laboratorio de cristal se alzaba por encima de un abismo colosal. Este es el lugar en el que los Metroid de SR388 fueron diseñados, y era la oscura tumba olvidada de la cruzada Chozo para detener a los Parásitos-X. 
El traje de poder de Samus le dijo que se detectó sólo una criatura Metroid más. Samus se preparó para la batalla, y entró en su guarida. La Reina Metroid era un animal enorme, protegida por un enorme caparazón de armadura natural. Samus luchó contra la bestia, y fué acorralada contra las maltratadas paredes del laboratorio. La cazadora lanzó cientos de misiles a la rugiente garganta de la criatura, finalmente matándola.

Evolucionando detrás de los restos de la Reina Metroid, Samus encontró que SR388 tenía una sorpresa más para ella que la estaba esperando.
Durante la batalla, la Metroid Reina había puesto un huevo final para perpetuar su línaje. Tan pronto como Samus se acercó, se fraguó. Una criatura inofensiva juvenil surgió, e inmediatamente reconoció a Samus como su madre. A pesar del objetivo de la misión, Samus no se atrevía a matar a una criatura que para ella significaba ningún daño.

La cría consume los minerales que bloquean la ruta de escape de Samus, y ayuda a la cazarecompensas a regresar a su nave. SR388 no los detuvo. No elevó sus océanos de ácido, y bloqueó todas las criaturas que obstaculizaban su camino. Dejó que se fueran. Había perfeccionado a los Metroid en asesinos duraderos, y estaba destinado a que la última cría creciera fuerte entre las estrellas, y masacrara en su camino a cualquier extraño que se atreviera a invadir de nuevo.
Insegura de su próximo movimiento, Samus aseguró a la criatura, y partió hacia las estrellas.

En la parte más profunda del planeta vivo, en una grieta entre las millas de densa roca, un fósil de un Parásito-X se había ocultado con seguridad de los Metroid desde épocas pasadas. SR388 resonó las rocas con un temblor suave, y una sola célula se despertó.

El Super Metroid


Samus entregó la cría Metroid a científicos de confianza de la Federación Galáctica en la Colonia Espacial Ceres. Aquí, en cuidado de contención, lo estudiaron.

Quedaron asombrados con las observaciones de la cría. Era lo suficientemente resistente para soportar fuerzas extraordinarias, pero podría atravezar paredes sólidas. Podría mutar, transformarse y entrar en metamorfosis para adaptarse a los entornos más hostiles que se pudieran imaginar. Lo más impresionante de todo fue su capacidad de absorción y descarga de energía. Si los científicos pudieran aprovechar los mecanismos con los que el Metroid manipula la energía, podrían aplicar estas técnicas en su sociedad. Una revolución energética, que no se veía desde la Guerra de Phazon, podría beneficiar a todos los pueblos de la Federación.

Samus Aran dejó a los científicos con sus estudios, y partió a las estrellas para encontrar una nueva misión. Apenas unas horas después, una llamada de socorro pidió que regresara a toda velocidad.
Se pensaba que los Piratas Espaciales estaban en su mayoría muertos tras el colapso de su sociedad en el clímax de la Guerra Phazon. Por lo tanto, la Colonia Ceres no estaba completamente preparada para su presencia. Los piratas invadieron con fuerza letal y, liderados por el gran pirata general Ridley, mataron a todos en la estación.
Samus llegó para solo encontrar cadáveres por todas partes. Pronto fue emboscada por Ridley, quien atrapó a la cría Metroid y su celda de contención firmemente con sus garras. Después de una breve escaramuza Ridley huyó de la estación, viajando a través de las estrellas a un planeta distante. Samus escapó, la colonia finalmente sucumbió a los daños y explotó detrás de ella. La Cazarrecompensas siguió el camino de Ridley y se sorprendió al saber que iba a Zebes. Por segunda vez, Samus Aran se vio obligado a volver al lugar donde su familia Chozo había sido asesinada.

Samus ahora entendió que los Piratas Espaciales sobrevivientes había huido después de la Guerra Phazon. Habían venido de nuevo a este mundo de lluvias, y recreado su fortaleza escondida debajo de ella. Construyeron una extensa instalación y la poblaron con reencarnaciones hechas con bioingeniería de sus más grandes generales. Habían logrado obtener el último Metroid, y descubriendo sus secretos, los Piratas Espaciales tenían la esperanza de recuperar todo lo que habían perdido. Samus no iba a permitir que esto sucediera. Samus una vez más vengó el asesinato de sus dos familias. Ella destrozó los ejércitos de los Piratas Espaciales, mató a sus generales, y exterminó a un pequeño número de Metroid que habían sido capaz de clonar con éxito de la cría robada. 
Durante su asalto final contra la formidable Madre Cerebro, Samus fue dominada de forma inesperada por mejoras que el líder de los Piratas Espaciales había recibido desde su última batalla. Descargó un rayo de poder devastador sobre Samus, drenando sus niveles de energía y paralizándola.
Mientras Madre Cerebro recargaba para acertar el golpe mortal, el bebé Metroid irrumpió en la cámara. Los Piratas Espaciales habían cruelmente experimentado con él, y ahora estaba deformado a un tamaño enorme. Nunca había olvidado el recuerdo de ver a Samus como su madre, y vino en su rescate.

El Metroid se pegó al cráneo del Madre Cerebro mientras ella gritaba y trató de quitárselo de encima sacudiéndose en un estado de pánico frenético. El Metroid absorbe sus energías de vida y la dejó como una cáscara seca en el suelo. La cría luego hizo algo que nunca antes se había registrado. Se aferró suavemente sobre Samus Aran, y poco a poco transfirió energías de vida en ella, trayéndola de vuelta desde la muerte.

Los sistemas de copia de seguridad de Madre Cerebro reiniciaron el asalto, dirigiendo todas sus armas al bebé Metroid. La cría continuó sanando a Samus mientras soportaba el bombardeo. Sólo cuando el Metroid percibe que su madre estaba totalmente restaurada se desengancha y reanuda su ataque a Madre Cerebro.

Carga contra el líder de los Piratas Espaciales con toda la velocidad que pudo, pero había sufrido demasiado daño. El caparazón gelatinoso del niño es destrozado y se desintegra en el aire con un grito de dolor. Moléculas super cargadas de su carne cayeron sobre Samus, canalizando enormes cantidades de energía en los sistemas de su traje de poder.

Samus Aran había perdido a sus familias humanas y Chozo a manos de los Piratas Espaciales. Ahora también le habían robado a una criatura única que la percibía como su propia madre. Enfurecida, Samus volvió sus armas supercargadas hacia Madre Cerebro y furiosamente la ejecutó. Como ella murió, todos los sistemas de energía planetarios regulados por Madre Cerebro empezaron a fallar. En cuestión de segundos, las tuberías de refrigeración caían a pedazos y los niveles de energía sufrieron daños masivos en los reactores enterrados en todo el planeta. Samus huyó a su nave y escapó de Zebes, mientras este explotaba.

El último bastión del otro poderoso Imperio Pirata cayó a manos de La Cazadora, y la cábala se unió al resto de razas muertas del universo en el olvido. 


Nueva asignación


El informe de Samus Aran a la Federación Galáctica recibió una respuesta mixta. La destrucción del último bastión de los Piratas Espaciales se consideró adecuado, ya que toda la Federación tenía órdenes desde la Guerra de Phazon para disparar a matar en el acto. La pérdida del bebé Metroid causó ciertas facciones de investigación y desarrollo militar para castigar públicamente a Samus por poner su venganza sobre la recuperación cuidadosa de los últimos especímenes de Metroid, un cargo que la cazadora negó con vehemencia. La Federación Galáctica logró encontrar dos células Metroid todavía enganchadas a su traje de poder, y Samus permitió su extracción con una condición: que no se utilizarían para crear más Metroid. La promesa fue hecha y las células fueron entregadas. Una de ellas para que se mantuviera en la sede de la Federación Galáctica, y la otro sería escoltada por Samus como parte de su nueva misión, si ella acepta.

Samus fue informada: Una estación espacial había sido construida en la órbita del planeta oscuro SR388, antiguo hábitat de la raza Metroid ahora extinta. La empresa privada biológica Laboratorios Espacial tenía financiación de la Federación para estudiar las criaturas del planeta, y para saber si alguno de ellos poseían cualidades notables comparables a los Metroid. Se esperaba que las características de las muestras más singulares y potentes del planeta pudieran ser aprovechadas para el mejoramiento de la civilización. Los científicos querían estudiar la superficie de SR388 directamente, pero necesitaban un guardaespaldas. Samus Aran aceptó la asignación y fue en su ayuda. Como parte de su misión, se le pidió que escoltara la célula Metroid a los científicos BSL, de manera que su material genético podría ser comparado con las otras criaturas en estudio.


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